En Francia existe una gran cultura de arbitraje y un gran respeto por esta institución. Por ello es lógico que se prefiera que los procesos arbitrales se conduzcan adecuadamente y que culminen en laudos que resuelvan los asuntos que fueron planteados de manera rápida, definitiva y eficaz. Estas son precisamente las expectativas de las partes cuando deciden recurrir al arbitraje como medio de resolución de sus controversias.

La posibilidad de anular las decisiones de los tribunales arbitrales es limitada y consideramos que esta característica es un dato positivo, que refleja la confianza y el respecto que las autoridades judiciales mantienen por este mecanismo alternativo de resolución de conflictos.

El recurso de nulidad es el único recurso admitido en Francia contra los laudos arbitrales internacionales. No se admite la apelación, ni la oposición de terceros, y en principio tampoco la revisión, salvo casos muy excepcionales en los que la jurisprudencia ha admitido esta posibilidad.

Sin embargo, a diferencia de otros sistemas, el derecho francés actual no contempla la posibilidad de eliminar totalmente el recurso de anulación contra los laudos. Por lo tanto, aún cuando se pueda decir que los tribunales son reacios a anular los laudos arbitrales, se reconoce la necesidad de mantener esta vía de recurso abierta, y como veremos más adelante, los jueces franceses no dudan en anular total o parcialmente los laudos arbitrales cuando se verifiquen las causas, que por su gravedad, así lo requieran.